martes, 17 de febrero de 2009

Enrique Ruiz Gamo. Emoción en estado puro


Miguel Hernández, en su inolvidable "Vientos del Pueblo", escribió: "¿Quién ha puesto al huracán / jamás ni yugos ni trabas, / ni quién al rayo detuvo / prisionero en una jaula?". Del mismo modo que al huracán no se le pueden poner yugos ni al rayo se le puede encerrar, tampoco somos -generalmente- dueños de nuestras emociones. En ocasiones, el corazón golpea, la sangre acelera su carrera, y el cuerpo, incapaz de someterse a la prueba, tiembla como una hoja golpeada por el viento, sin que lo podamos evitar. Pero esto no es un defecto, es una seña de identidad, es una muestra inequívoca de sensibilidad. Es la emoción en estado puro. Enrique Ruiz vive la poesía cuando la escribe y cuando la recita. Cuando la recita lo vemos temblar, no de miedo sino de emoción y nos emocionamos con él. Cuando la escribe, en la intimidad de su refugio interior, no podemos participar de su emoción hasta que no la leemos. Y entonces, en ese mismo momento, temblamos con él, porque nos hace llegar, disfrazadas de letras impresas, todas sus emociones.

EL AMOR DE MIS ADENTROS

¿Y me preguntas si te quiero?

Mira como se me pone la piel
cada vez que mis labios
besan tu piel.

Y no me ves hablando con el cielo,
que bajito le digo cuánto te quiero.

Y cuando llega el alba y te veo soñar
te daría mil besos antes de despertar.

¿Y me preguntas si te quiero?



SENTIMIENTO DE UN AMIGO

Sí que es hondo lo que yo siento,
¿es un frío?, ¿es un calor? ¡Qué sé yo!
Mi pensamiento me turba y me acongoja
y tu fuerza me hace volver a mí
de mi pensamiento.

Escríbeme del cielo,
que de la tierra te escribo yo.

Tú eras luz, no sombras,
tú eras alegría, no lamento,
no eras espina, sino flor,
tú eras tierra, mar y viento.

Escríbeme del cielo,
que de la tierra te escribo yo.

De tus mieles nos diste de beber,
hasta el borde del corazón llenaste.
Cuánto amor nos brindaste
antes de dejar de ver.

Escríbeme del cielo,
que de la tierra te escribo yo.

Tú que yaces en el mar,
cántale a los vientos
lo hermoso que es amar
antes de llegar a muerto.

Escríbeme del cielo,
que de la tierra te escribo yo.

Tu amigo Enrique.

viernes, 13 de febrero de 2009

A un gato












Por MAVI GOMEZ

Al encontrarme esta poesía sencilla de un maestro de las letras, Jorge Luis Borges, me ha emocionado y me ha llevado directamente al recuerdo de mi querida gata Izar, a la que echo de menos con un dolor sordo e impotente. Quien conviva con estos deliciosos animalitos me entenderá. Es el gato, dentro del universo de los animales mal llamados de compañia, un gran maestro para aquel que tenga la curiosidad de conocer su misterioso mundo, es un animal fantástico, tienen una elegancia innata, son únicos, no se venden por cualquier cosa, ellos te eligen. Tú eres "su" compañia, ellos te aceptan o no. En ocasiones nos dedican su vida entera a cambio de nada o de muy poco. Te pueden transmitir paz y sensibilidad, hacen que seamos mejores, por eso cuando los perdemos queda un gran vacío en nuestra vida y los seguimos recordando siempre. Y si hablamos de sus maravillosos ojos no tendrian fin los adjetivos, pues son fascinantes, inimitables... lindos. Ésta, mi querida gatita, me ha enseñado a ser fiel como ella lo fue hasta el último momento conmigo. Te quiero linda gatita Izar.

A UN GATO

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.

Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.

Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano.
Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás.
Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

martes, 10 de febrero de 2009

La poesía, alimento para el alma


Por BETTY OREGGIA

El día 4 de febrero, me sentí muy orgullosa de participar en el homenaje al poeta Miguel Hernández, que se realizó en su ciudad natal, Orihuela. Fue algo sencillo, pero hecho con el alma. Compartimos un momento de regocijo, de complicidad con el poeta, y con los presentes.

Llegar a emocionarse con los versos de un poema, es conectarse con el autor, revivir las emociones que sintió cuando cuando plasmó en papel sus pensamientos, es darle de comer al alma.

Cuando escuché tus versos
por vez primera,
me sentí española
aunque no lo fuera.

Sentí el olor de la hierba
pisada por las cabras,
vi el verde de las olivas,
el rocío de las mañanas.

Sentí el dolor
de tus abarcas desiertas,
tu soledad, tu tristeza,
tu honda pena siempre abierta.

Sentí el sufrimiento
de tu estada en la cárcel,
tu lucha por la España,
que no valió nada.

Miguel, tu expresión
tu sentir, tus pensamientos,
tu vida, tus versos,
me llegaron al alma.

sábado, 7 de febrero de 2009

A José Seller Sala y Antonio Armell Lon


Por TRINI SELLER

En el mes de Octubre, comenzamos el nuevo curso en la universidad Miguel Hernández, y en él reiniciamos los ensayos para el recital que teníamos que dar en Orihuela. Así, entre ilusión y muchos nervios han ido transcurriendo estos casi cuatro meses, hasta que... ¡¡por fin llegó el día!! Fue el 4 de Febrero, en las aulas de "Las Salesas" del campus de Orihuela. ¡Allí estuvimos! y... creo que lo hicimos muy bien. Valoro sobre todo el esfuerzo y el empeño que hemos puesto en ello, naturalmente siempre bajo la supervisión de Pepe (muy buena por cierto) pero... ¿qué puedo yo decir de él? Desde aquí le doy las gracias.

Siento una enorme satisfacción personal, primero porque me encuentro capaz de hacer algo que antes era impensable para mí, debido a mi timidez, como es recitar en público. Y, en segundo lugar, por lo que ha significado para mí el hacerlo: he puesto toda mi alma apoyándome en el recuerdo de dos personas muy queridas por mí y que compartieron cárcel y un tiempo de sus vidas con Miguel Hernández. A través de ellos conocí yo la vida y la obra de Miguel, y comencé a admirarle.

A ellos quiero dedicar estas líneas:

A mi padre, JOSÉ SELLER SALA y a su gran amigo ANTONIO ARMELL LON, con todo mi cariño y admiración.

De éste último incluyo una elegía que dedicó a Miguel Hernández, cuando falleció en la cárcel de Alicante.

YO LO VI
(Elegía)

Un veintiocho de Marzo
del año cuarenta y dos.
En la cárcel de Alicante
Miguel nos dio el adiós.

Las nubes en aquel día
al astro Sol escondieron.
Para no ver las vergüenzas
que en tal jornada se dieron.

Murió Miguel, y sus ojos
se quedaron bien abiertos.
Para seguir dando luz
a todos los universos.

Su mascarilla quisimos
que fuera llanto y recuerdo.
La dirección de la cárcel
hasta de esto tuvo miedo.

Y es que Miguel, al morir,
seguía entre nosotros.
Y gigante se elevó
sobre la paz de los muertos.


(Antonio Armell. 1942. Cárcel de Alicante).