
TABARCA
He caminado sobre la fina arena
buscando el beso de las azules aguas
y entre nieblas y nubes de bonanza
te vi en la lejanía...
-¿Quién eres?- grité mirando al viento.
Y las olas me trajeron tu respuesta,
envuelta en las espumas
cuajadas por mil vidas que allí tienen su hogar:
-¡Soy Tabarca, Tabarca, Tabarcaaaaaaa!
Tabarca de corsarios.
Tabarca marinera.
Tabarca gaviota que navega
sin que mi quilla hiera
a las aguas que me dan lecho y vida.
Tabarca: monte, playa, mar y cielo.
Tabarca: Sol y Luna, estrellas, viento y mar.
Así soy yo, así es mi vida, así es mi hogar...
Hogar de marineros que trabajan
hurgando entre las aguas que me acogen
para que ellas den sustento a sus vidas.
Hogar de gaviotas viajeras
que vuelan altaneras
y dan fiel compañía al pescador.
Así soy yo...
¡Tabarca! ¡Tabarca! Tabarcaaaaaaaa!
Cogí tu voz lejana con la brisa
y la saqué de la mar,
más seguí oyéndola corriendo por la arena
y redoblando en la ruda roca
que forma la pared del malecón.
-¡Soy Tabarca! ¡Tabarca! ¡Tabarcaaaaaaa!
Tabarca de corsarios.
Tabarca marinera.
Tabarca humilde.
Tabarca altanera,
porque ni la mar más fiera
ha conseguido mi temple alterar.
Tabarca de la mar
pues en la mar vivo,
en ella navego
y a su amor me entrego
con toda la pasión que da un amante.
¿Quién soy yo sin la mar?
Ella me abriga, me mece y me golpea.
Ella es mi amiga, mi ser y mi dolor.
Ella es tan mía, igual que yo soy de ella.
Tabarca de la mar, que me hace bella,
me otorga su color y me da vida.
Y así, tu voz seguía corriendo por la playa
en la suave mañana del estío.
Mas llegó la tormenta, súbitamente,
y un viento huracanado, golpeando mi frente,
volvió a gritar tu nombre: ¡Tabarcaaaaaa!
Y entre sus voces, como un lejano eco,
llegó otra vez tu voz a mí:
-¡Yo soy Tabarca! ¡Tabarca! ¡Tabarcaaaaaaaa!
Tabarca de corsarios.
Tabarca marinera.
Tabarca monte y Sol,
Luna y estrellas.
Tabarca tempestad.
¡Tabarca de la mar!
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