miércoles, 9 de diciembre de 2009

Recordando a Víctor Jara


















Dictaduras y poesía, raramente se han llevado bien. Posiblemente habrá de todo, siempre hay excepciones, pero suele ocurrir que cuando el dictador asume el poder absoluto, con el fin de preservar a la patria de peligros y contaminaciones nocivas, una de las primeras medidas que utiliza consiste en secuestrar y destruir libros y, si es posible, eliminar a los autores. En este sentido, la poesía, aun siendo una rama de la literatura que no llega –teóricamente- a amplias mayorías, resulta sistemáticamente castigada. Hay ejemplos sobrados en la historia que avalan esta cuestión. Hoy quiero referirme a uno de estos poetas salvajemente represaliado por una –no sé si salvaje es la palabra adeucada- dictadura militar.

Ocurrió en Chile, en el año 1973. Siento un amargo sabor en la garganta cada vez que recuerdo al general Augusto Pinochet. No puedo remediar sentir el escalofrío del horror, con sólo imaginar su nombre. Y siento la rabia de saber que murió libre y sin un atisbo de arrepentimiento por tantas canalladas cometidas mientras pudo respirar. La misma rabia que siento con sólo imaginar que aún hoy existe gente que admira la memoria del monstruo. Desgraciadamente, decimos: “es la vida”, y pasamos página.

En fin, el día 11 de septiembre de 1973, el general Pinochet tomaba a sangre y fuego el poder en Chile. Entre los muertos de aquella vil traición, se hallaba el propio presidente de la república, Salvador Allende. Amplios grupos de obreros, estudiantes e intelectuales protestaron pacíficamente contra el golpe militar, mientras esperaban que la intervención del “mundo libre” devolviera el país a la normalidad. Pero nadie intervino en este sentido, sino todo lo contrario. Hoy, ya se sabe con certeza, aunque siempre se sospechó, que la CIA norteamericana ofreció su inestimable ayuda al asesino. Un grupo de estudiantes e intelectuales se encerraron en la Universidad de Santiago para protestar y resistir, pero el ejército invadió el centro, mató a quien se resistió y se llevó presos a los supervivientes. Entre ellos, se hallaba VÍCTOR JARA MARTÍNEZ, un poeta de origen campesino nacido en el año 1932. En 1960 obtuvo el título de director de teatro, dirigió varias obras y obtuvo el “Premio Laurel de Oro” como mejor director del año. En 1967 obtuvo así mismo otro importante premio como director en Gran Bretaña. En su estancia allí, compuso una de sus canciones más conocidas: “Te recuerdo Amanda”, dedicada a sus padres Amanda y Manuel. Sus canciones tuvieron gran notoriedad y fueron cantadas en infinidad de manifestaciones progresistas o reuniones universitarias, tanto en Chile como en otros países, como por ejemplo en la época de la transición española. Éste fue, sin duda, su crimen. Al ser detenido, fue cruelmente torturado y asesinado en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el día 16 de septiembre de 1973. Pero claro, ¿quién puede amordazar definitivamente a un poeta? Desde ese mismo instante, su voz fue escuchada hasta por los oídos más sordos. Su fama creció y le convirtió en un mito. Y es que un poeta, cuando habla de Paz, hace que tiemble el pulso de los tiranos.

Hoy escribo esto en memoria de Víctor Jara Martínez, poeta. Éste fue el “Canto Libre” que él escribió:

El verso es una paloma
que busca donde anidar,
estalla y abre sus alas
para volar y volar.
Mi canto es un canto libre

que se quiere regalar
a quien estreche su mano,
a quien quiera disparar.
Mi canto es una cadena

sin comienzo ni final,
y en cada eslabón se encuentra
el canto de los demás.
Sigamos cantando juntos

a toda la humanidad,
que el canto es una paloma
que vuela para alcanzar,
estalla y abre sus alas
para volar y volar.
Mi canto es un canto libre...

1 comentario:

Azul dijo...

aquí estoy leyendo tu escrito, que desde ya me encantó, por su recuerdo, por su fuerza, apoyo totalmente tu manera de pensar, y meduele, porque mi país también lo ha vivido y me duele aún más cuando es sabido que como vos decís la CIA apoya tanta crueldad, porque las ideas de LIBERTAD, JUSTICIA y sobre todo PAZ asustan a los tiranos del poder, porque si se consigue, lo que encierran esas palabras ellos no podrían ni siquiera existir, gobiernan bvajo el yugo del terror, del miedo, de la pobreza....Cuántos nos falta para ser "civilizados", al menos podemos regocijarnos con los versos de Víctor, uno de los que dejaron su vida, creo que para nada, parece desalentador, pero es así, el poder es el poder.......