miércoles, 6 de agosto de 2008

Ser parte del futuro


Hay una gran carga de paternalismo -e incluso de demagogia- cuando, en muchos estamentos de la sociedad, se aborda el tema de la gente mayor. Parece ser que, a determinada edad, ya hemos dejado de ser actores activos para convertirnos en meros espectadores a los que, si la sociedad es agradecida, debe cuidar. En caso contrario, mejor no hablarlo. Nosotros, que hemos participado de una cierta actividad universitaria, sabemos muy bien de qué estamos hablando. Hemos estado integrados en un programa formativo mediante el que hemos conocido profesores competentes que han desarrollado los temas previstos con bastante eficiencia. Ahora bien, tal vez la Universidad debería desprenderse de esa faceta "asistencial" a que parecen abocados los cursos y, centrándose más en la formativa, dar a los alumnos la categoría de gente de futuro, en lugar de centrarse en asistir a los que ya pasaron. Lo asistencial, el crear un lugar donde ir y relacionarse, que está muy bien y es muy necesario, debería ser competencia de entidades de otro rango. Ahora bien, esto no es más que una opinión.

Cuando de verdad hemos iniciado una actividad que precisaba de nuestra iniciativa y nuestra contribución directa, hemos demostrado que somos capaces de hacer algo más que escuchar o ir de excursión. Nos hemos demostrado, sobre todo a nosotros mismos, que existen en nosotros una serie de facultades que continuan vivas, y que así seguirán si aprendemos a cultivarlas adecuadamente. Rafael Alberti escribió, muy acertadamente, en este sentido:

Y luego, amor, y luego ver que la vida avanza
plena de abiertos años y plena de colores
sin fin y no cerrada al sol por ningún muro.
Tú sabes bien que en mí no muere la esperanza,
que los años en mí no son hojas, son flores,
que nunca soy pasado sino siempre futuro.


Todo, en nosotros, continua vivo, si no lo dejamos morir. Tal vez con menos fuerza física -faltaría más- pero con más experiencia y capacidad para razonar. Nuestras emociones, a veces olvidadas, continuan estando ahí y, del mismo modo que aún podemos estudiar y aprender, nos queda la posibilidad de gozar de la amistad del mismo modo que cuando fuimos jóvenes. Y, ¿por qué no?, del amor. María Dolores Pradera cantaba:

"Quererse no tiene horario
ni fecha en el calendario
cuando las caras se juntan".


Todo está por hacer. Y hemos de ser conscientes que está en nosotros el que se haga. Dejemos de esperar que otros decidan, y caminemos. En todos los sentidos. Con la misma pasión con que Rafael Alberti expresaba en sus poemas.

Subes del mar, entras del mar ahora.
mis labios sueñan ya con tus sabores.
Me beberé tus algas, los licores
de tu más escondida, ardiente flora.

Contigo no podrá la lenta aurora,
pues me hallará prendido a tus alcores,
resbalando por dulces corredores
a ese abismo sin fin que me devora.

Ya estás del mar aquí, flor sacudida,
estrella revolcada, descendida
espuma seminal de mis desvelos.

Vuélcate, estírate, tiéndete, levanta,
éntrate toda entera en mi garganta,
y para siempre vuélame a tus cielos.

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