jueves, 26 de abril de 2012



PATRICIO GONZALEZ CABALLERO

POEMAS

Si a mí me quisieras tú

Mujer, si tú me quisieras,
mía sería la luna
con mil rosas en el centro,
que yo pondría una a una
las mil rosas en tu cuerpo.

Me sentiría un atlante
aunque no me lo pidieras,
mis hombros serían la base
del quinto pilar de la tierra.

Mujer, si tú me quisieras.

En tus ojos la luz brilla
tus dientes son como perlas,
arreboles tus mejillas
me enloquecen tus caderas.

Mujer, si tú me quisieras.

A veces me siento ufano
sé que eres mi quimera
¡mil rosas! aquí en mis manos
viéndolas como se secan.

Mujer, si tú me quisieras

Como un torrente de luz
volvería mi vida a ser,
atrás quedaría mi cruz
en un nuevo amanecer.

Si a mí me quisieras tú.


Arcano

El cantar del agua de los manantiales
los regatos, los ríos y las fuentes,
en unos labios palabras coherentes
y en mi patio aroma de rosales.

Alma agua, es la vida en los mortales
agua de nieve, fría, pura y transparente,
alma, oculta en la luz inteligente
bella como el agua de los manantiales.

El silencio abstracto de una boca
el pensamiento opaco de una mente
ímpetu de ola estrellándose en la roca.

Alguien vaga solo entre la gente
Afrodita, Atenea, al errante descoloca,
¡Ay amor! Tú eres del río la corriente.


En memoria las campanas de las iglesias de
todos los pueblos pequeños de España

Campanas de la Aldea Quemada
ecos de historia y de armonía,
por siempre en la memoria mía
música en mi alma enamorada.

Al pastor y su rebaño en la majada
al gañán y su yunta al rayar el día,
al hombre del olivar en la mañana fría
al cante arriero de la madrugada.

Fuisteis llanto ante la muerte
alegría fiel en los nacimientos,
compañeras del pueblo y de la gente.

Si callaran vuestra voz otros eventos,
¡qué soledad en el campo! Diferente.
¡Qué silencio gris entre los muertos!


El mar y el amanecer

Muchos días veo la aurora
la luz del amanecer,
el sol calienta la piel
ante el mar que me enamora.

A ti, compañera amada.
¿Dónde estarás escondida?
Estoy pasando la vida
soñando con tu mirada.

¡Ay amor!, ¿por qué me dejaste a la deriva?
Sólo en medio de la nada.

Yo sé bien como quisiera
poder mirar a mi lado,
con ojos de enamorado
por siempre a una compañera.
Compañera no una esclava.

Libre lo mismo que el alba
quiero yo en mi compañía,
que su libertad sea la mía
bajo nuestra sombra larga.

Qué fácil sobre el papel.
Qué difícil lo real,
cuando se acerca el final
para el hombre y la mujer.

Amor, compañía, soledad, silencio,
destierro dentro de tu propia casa.
¿Qué hago aquí?, ¿a dónde voy.?
Sólo sé de dónde vengo.

Paralelos sentimientos
quiero a mi lado sentir,
siento ansias de vivir.
Vivir, por fuera y por dentro.


Hay una silla vacía...

Hay una silla vacía en torno a mi mesa.
Hay un espacio en mi alma que nadie ocupa.

La soledad me hiere, me oprime, me agobia.
¿Por qué no te olvidé mujer? Quiero olvidarte. ¡No puedo!

En mi sueño de noche veo una luz en la distancia.
Una luz más allá de las estrellas. Mucho más allá.

Intuyo un alma que bulle en torno a mi alma.
¿Por qué la intuyo si nunca he podido verla?
Sé que tanta luz y tanta opaca la nitidez de mis ojos.

Me siento atrapado en las redes de la soledad.
Soledad. ¿No sé si te amo? Mi fiel compañera
de olvido, sufrimiento y llanto.

Ahora que estoy más cerca del final que del principio.
Ahora que nada puedo pedir, que nada puedo ofrecer.
Sólo la ignorancia osaría pedirme algo de lo que no me queda.

Tal vez esperanza. ¿Esperanza de qué? Cuando esa luz que
en mi sueño aparece en la distancia, cada día es más brillante.
Si me queda. Un estimulo interior al mirar al cielo en la noche,
entre penumbra y silencio, donde no están, pero yo los veo;
aquellos ojos verdes, aquel pelo dorado, aquella piel canela,
aquellos labios rojos...

Naufrago soy en este mar de recuerdos perdidos en el
tiempo, confusos los reales con los que no lo fueron.
Embarcado voy en mi ventura sin comprender.
Donde termina mi delirio... y donde empieza mi locura.