sábado, 9 de febrero de 2019

CAMINOS: LA CUADRATURA DEL CÍRCULO



            Al principio fue el círculo, y por él comenzamos a caminar de un modo inconsciente, sin percatarnos que el paisaje, una y otra vez, se repetía. Pero no duró demasiado aquella situación. Como suele ocurrir, en todos o en parte de los miembros del grupo, apareció la necesidad de intentar ampliar el paisaje o de buscar paisajes nuevos que cambiaran la perspectiva y, poco a poco, poniendo mucho esfuerzo y una buena dosis de voluntad, fuimos enderezando las líneas del círculo y poniendo ángulos allí donde coincidían, hasta construir un cuadrado. Es cierto que éste sigue siendo un elemento cerrado, pero, a diferencia del círculo, en él hay esquinas, recovecos por los que la vida nos ha permitido circular, dejándonos desarrollar proyectos distintos que, a nuestro nivel, han sido sumamente enriquecedores. Hoy parece que los ángulos van cerrándose y las líneas comienzan a curvarse en busca de su posición inicial. Pero el paso de los años las han desgastado considerablemente y amenazan con quebrarse, o cerrarse tanto, que eliminarán el círculo o lo convertirán en un elemento tan reducido que no tendrá capacidad para sobrevivir. Y es una auténtica tragedia.
            En la primavera del año 2008, en las Aulas de la Experiencia de la Universidad Miguel Hernández, surgió el embrión de Caminos. A la sombra de los versos del poeta de Orihuela, un grupo de alumnos tomó la decisión de organizar un recital para cerrar el curso. “Me llamo barro” nos ilusionó tanto... Significó el inicio de la mayoría de nosotros no sólo en el conocimiento de Miguel Hernández, sino también en el conocimiento, en general, de la poesía y de nuestras posibilidades de recitarla en público. Fue un golpe a la timidez, un jarabe fundamental para crearnos autoestima. Y fue también un nexo de unión que nos hizo a todos mejores compañeros y más amigos. Miguel Hernández significó, en poco tiempo, mucho más que una ilusión: fue una realidad. Nos dio vida su poesía, haciendo vibrar nuestra sangre con la potencia real de su rayo.

“¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus rudas caballeras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores”.

            Tal fue nuestro entusiasmo al encontrarnos con la poesía, que decidimos organizar, para cerrar el curso siguiente -primavera del 2009- un nuevo recital. Sin renunciar a Miguel Hernández, de quien incluimos también algunos poemas, este recital contó también con la presencia de un amplio abanico de poetas españoles y sudamericanos. Al ser tan variopinta la obra seleccionada, al recital le llamamos “Caminos”. Con el cierre del curso se cerraba también el ciclo de dos años que la universidad programa, pero, de alguna manera, nosotros ya no estábamos dispuestos a dejar aquello con lo que nos habíamos compenetrado: la poesía. Es por lo que decidimos constituirnos en Asociación Cultural. Tuvimos la suerte que la universidad entendió que se trataba de una actividad que tenía cabida en su programación dedicada a los mayores, y nos permitió disponer de un aula para los ensayos. A la Asociación la llamamos CAMINOS, que fue el nombre del último recital representado.
            El año 2010 fue muy especial para nuestra Asociación. En él se celebraba el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, así que retomamos nuestro primer proyecto, “Me llamo barro”, lo mejoramos, y participamos en un buen número de actos en Elche y otros pueblos de los alrededores. Fue otra preciosa -y preciada- experiencia. Y a partir de ahí el círculo se cuadró y durante un buen número de años Caminos no dejó de crecer. Cada año con un proyecto nuevo: Benedetti, García Lorca, Versos del Pueblo, Por siempre el amor, Joan Manuel Serrat, La tribu del 27; Corazones y diamantes, Becquer... Todo esto sin renunciar a recordar a nuestro poeta-guía: Miguel Hernández, a quien cada año hemos dedicado un recital. En este tiempo la Asociación también ha editado una revista trimestral que ha venido publicándose puntualmente. Y en cuanto a técnicas, se ha modernizado con megafonía, sistemas de reproducción de sonido e imágenes y una página web que la conecta al mundo, mostrando las noticias y las imágenes de todo cuanto se hace.
            Con todo lo realizado y las perspectivas de lo que aún es posible realizar, ¿cómo puede entenderse la situación actual? ¿Por qué el círculo renace y se reduce? Tal vez la respuesta más fácil de aceptar sea que ha hecho mella el cansancio... o tal vez la vejez. Hay unos versos de Pablo Milanés que dicen: “El tiempo, el implacable, el que pasó; / siempre una huella triste nos dejó”. Pero también hay otros versos, como estos de Benedetti, que mueven a la esperanza: “No te rindas, aún estás a tiempo / de alcanzar y comenzar de nuevo, / aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, / liberar el lastre, retomar el vuelo”. Pero por encima de todos ellos, para Caminos, debería prevalecer el “Rayo que no cede ni se agota” de Miguel Hernández, el poeta que nos vio nacer.
            Una vez que he dejado la Asociación parece irónico instar a los que quedan a permanecer. Pero es que, aun desde fuera, mi corazón quedó ahí, anclado a Caminos. Si esto sirve de algo, quiero decir que salí para darle la oportunidad de caminar de nuevo después de tomar aliento, con otras personas, que sin duda las hay, que puedan aportar ideas nuevas y reiniciar la marcha tal vez de otra forma. Nadie es indispensable ni irreemplazable. Creo en Caminos y en su fuerza de reacción. En su fuerza de Rayo que no cesa. Y seguro que por esos caminos, de una manera u otra, nos volveremos a encontrar. ¡Fuerza, Caminos!