miércoles, 29 de octubre de 2014

¿DÓNDE ESTÁ LA POESÍA?


¿Dónde está la poesía?

En un país donde la pobreza amenaza a millones de familias, en tanto que la corrupción enriquece a quienes deberían servir a la sociedad, parece obsceno hablar de poesía cuando lo justo tal vez fuera hablar de revolución. Este es el espejo en que nos miramos, el paisaje que nos rodea, la realidad en la que vivimos. Y sin embargo, viendo otras realidades con las que compartimos planeta, todavía tenemos razones para sentirnos privilegiados, sobre todo los que aún podemos comer y adaptamos nuestra existencia al lodazal en que ésta discurre. Esto, sin embargo, no justifica el conformismo ni la sumisión a ultranza. Así, en este mundo regido por las contradicciones, las negaciones de derechos, el rechazo a las obligaciones, pienso que estamos obligados de algún modo a reivindicar lo justo, lo honrado, lo cabal. Porque sin ello nada tiene sentido. Nuestro paso –fugaz- por el mundo no tiene razón de ser si la inteligencia sólo se usa en beneficio propio, abonando ese beneficio con el dolor ajeno.

Escribió Miguel Hernández:

Será la tierra un denso corazón desolado,
si vosotros, naciones, hombres, mundos,
con mi pueblo del todo
y vuestro pueblo encima del costado,
no quebráis los colmillos iracundos.

Dije al principio que puede parecer obsceno hablar de poesía. Pero no, no lo es. Porque hasta en los estercoleros crecen flores que muestran que otro modo de vida es posible, que la belleza existe aunque la inmundicia trate de ocultarla –o de apropiársela-. El poeta, en las condiciones más adversas alza su voz, y la palabra, como la flor, evidencia la verdad, denuncia la injusticia y avanza libre hasta que es arrancada de cuajo.

Un porvenir de polvo se avecina,
se avecina un suceso
en que no quedará ninguna cosa:
ni piedra sobre piedra ni hueso sobre hueso.

Mañana, día 30 de octubre, es el aniversario del nacimiento del poeta MIGUEL HERNÁNDEZ, cuya corta vida –poco más de treinta años- no fue obstáculo para que nos legara un caudal enorme de flores, de bellezas, de sentimientos. Él, y otros como él, son el testimonio de que algo bueno tendremos si somos capaces de verlo y de cuidarlo. Miguel Hernández, poeta prácticamente desde niño y que murió casi sin pasar de la adolescencia escribió acerca de sueños y amores hasta verse atropellado por la tragedia. Entonces escribió de penas, de angustia y de dolor, hasta que la angustia y el dolor lo devoraron.

Cardos y penas llevo por corona,
Cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos…
¡cuánto penar para morirse uno!

Por encima de la miseria que trata de rodearnos y de envilecernos, reivindiquemos la existencia de la poesía y su poder vivificador, su denuncia, su fuerza, su belleza. Si lo hacemos seremos más libres, más humanos: mejores.


MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Cárcel de Alicante, 28 de marzo de 1942).