Por PATRICIO GONZÁLEZ
Trepé hasta la cumbre más alta.
En la oquedad de la roca hallé la fuente
de la que brotaba el agua, pura, trasparente.
No sacié mi sed para no mancharla.
Los recuerdos son la sombra del dolor y
la humedad del llanto empapa el alma.
Bajo una sombra larga.
Siento frío en el corazón.
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Escalo a paso lento la ladera fría.
Los carámbanos penden del saliente de la roca.
¿Qué habrá más arriba?
El silencio se confunde con el eco en mis oídos
y el viento acarrea las palabras;
aquellas palabras.
¿Cuánto tiempo?
Nos
dijimos.
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La gaviota riza el viento jugando con su ley.
El sol reseca la piel y la esperanza.
La playa, el velero, la arena, la ola, la espuma…
Un sueño
en el centro de la nada desierta.
No hay velero, ni ola, ni espuma, ni arena.
Sólo la gaviota jugando con el viento.
Por el
ancho cielo.
¡Se aleja!
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