lunes, 17 de noviembre de 2008

Historias de otras tierras



Por BETTY OREGGIA

Se trata de leyendas que se van creando a través de los acontecimientos vividos por los pueblos, esos aborígenes que poblaron el suelo, de cuya civilización sólo nos quedan las pocas cosas que se pudieron rescatar del olvido, de lo que quedó después de la conquista, pero que dejaron sus huellas en la tierra misma, una de estas muestras son las leyendas, que como se sabe tienen parte de realidad y de fantasía, así nació la leyenda del ceibo, cuya flor es flor Nacional de la República Argentina y del hermano Uruguay, el árbol del ceibo nos brinda unas hermosas flores, muy rojas, que alegran la vista de cualquier observador, por si acaso les gusta, aquí se las cuento.....

LEYENDA DEL CEIBO

Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.

Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.

El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.

La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

Se dice que el rojo intenso de la flor, refleja la sangre de Anahí.

1 comentario:

pp@dsuar dijo...

Las leyendas, que nacen de las raíces de los pueblos, representan, bajo mi punto de vista, la parte más entrañable del legado cultural que dejaron nuestros antepasados. Es muy hermosa, la leyenda de Anahí. Tan hermosa como la flor del ceibo. Gracias, Betty, por compartirla con nosotros.